17 oct 2010

“La Poesía” vuelve a San Telmo


(De Catherine Mariko Black)

AL CONSERVAR LOS BARES DE BARRIO, CUIDAMOS NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL
El 12 de abril de 1982, en la equina de las calles Bolívar y Chile, el poeta Rubén Derlis abrió las puertas del Café La Poesía al barrio de San Telmo. Durante seis años el lugar serviría como nexo de muchos creadores que señalaron el comienzo de una nueva movida artística en la democracia naciente de esa época.
Derlis pertenece a la celebrada “Generación del 60”, un florecimiento cultural marcado por los ideales de la transformación social e influenciado por la Revolución Cubana, el Mayo Francés del 68, La Primavera de Praga, y los movimientos contra la guerra en Vietnam y por los derechos civiles en EE.UU. En la Argentina, la época fue marcada por hitos como el Instituto Di Tella, el Cordobazo del 69, el Grupo Espartaco y la Nueva Figuración en las artes plásticas; en el teatro independiente que dio luz a Griselda Gambaro, Somigliana, Dragún y Tato Pavlovsky; y en el movimiento El Pan Duro o La Nueva Canción, en letras y poesía liderado por figuras como Juan Gelman, Francisco “Paco” Urondo, Olga Orozco y Alejandra Pizarnik, además del mismo Derlis.
Durante los 80, cuando San Telmo era un barrio preferido por la nueva bohemia de Buenos Aires, La Poesía albergó acontecimientos que ya son parte de la historia cultural de Buenos Aires. Ahí se fundó el mítico Grupo de los Siete y los ciclos de Poesía Abierta en el 83 y el 84, además de varios talleres de narrativa y poesía, y el ciclo Poesía Lunfarda. Entre sus habitués se podían contar: Juan Carlos Gené, Miguel Briante, Isidoro Blaisten, Oscar Ferrigno, Héctor Negro, y los míticos músicos Hernán Oliva y Enrique “Mono” Villegas.
En una de sus mesas el poeta y letrista de tango Horacio Ferrer conoció al amor de su vida, Lucía Michelli, a quien inmortalizó en “Lulú”: Te acordás del café “La Poesía” esa mágica noche en San Telmo / Buenos Aires urdió nuestro encuentro / tan romántica y dulce Lulú”.
Pero en 1988 Derlis cerró el bar, y durante los siguientes diez años hubo una serie de negocios fallidos en el local, hasta el punto que algunos vecinos decían que estaba maldecido por no volver a abrir un lugar cultural.

UN NUEVO CAPÍTULO
Este ciclo de mala suerte paró el año pasado cuando el matrimonio integrado por Pablo Durán y Laura Carro vio la posibilidad de tomar el espacio y revivirlo. Durán y Carro ya eran propietarios de los bares notables El Federal (San Telmo), el Margot (Boedo), y el Bar de Cao (San Cristóbal), donde implementaron una exitosa lógica de rescatar y restaurar estos espacios tradicionales.
En el Margot se fundó en 2004 el grupo Baires Popular, un grupo de amigos y personas interesadas en la cultura popular que se reúne los sábados en “‘la mesa de soñar’, para arreglar el mundo”, en las palabras de Leonardo Busquet, el coordinador cultural y de relaciones institucionales de los cuatro bares. Busquet es, además, locutor de radio, documentalista, periodista, actor, autor, ex director general de la Comisión de Cultura y ex de Prensa de la Legislatura porteña.
Baires Popular se fundó con la propuesta de promover la cultura popular de Buenos Aires desde presentaciones de libros y ciclos de cine hasta una biblioteca popular”, comenta Busquet, quien es integrante del grupo además de Durán y, casualmente, el poeta Derlis.
Así que cuando la esquina de La Poesía se encontró vacía otra vez, todas las fichas estaban en su lugar para que, esta vez, cayera en manos capacitadas para rescatar su valor patrimonial. Con el aporte de Derlis, Durán y Carro convirtieron el local en un espacio que no deja de sorprender al visitante con su calidez y esplendor: mueblería de madera, adornos y artefactos antiguos (desde la chopera de bronce hasta el piano que data de 1915), una fotogalería con 120 fotos de personajes de las letras argentinas, y placas de bronce en las mesas en reconocimiento a referentes literarios y culturales del bar, como Horacio Ferrer, el arquitecto José María Peña, y el Grupo de los Siete.
“Pablo es un comerciante con expectativas culturales. Entró aquí y no visualizó una confitería moderna que hubiera desnaturalizado la historia del lugar”, comenta Busquet.
“En cuanto a la inversión no es mucho más costosa que reconvertir algo viejo en moderno”, explica Durán. “Siempre me gustó lo viejo, lo antiguo. De chico disfrutaba al entrar a un viejo almacén o a un bar que guardaba recuerdos”.
Cuesta creer que el local está abierto sólo desde diciembre del año pasado, porque tiene la atmósfera de un bar de esquina que está desde siempre (cada uno de los cuatro bares de Durán y Carro, casualmente, está ubicado en una esquina). Rescatar este emblema de la cultura porteña es parte de lo que motiva tanto a Durán y Carro como a Baires Popular.

PATRIMONIO DE LA CULTURA PORTEÑA
“El bar es un escenario de todo la realidad que hay en su barrio”, dice Busquet.
“Cada barrio tiene su denominador común, su idiosincrasia, su propio carácter histórico, su vecindad particular, y cada barrio tenía sus bares indispensables. Esto es algo muy porteño. En mi opinión un bar que no sirve a la parroquia no es un bar verdadero. La tradición de los bares en Buenos Aires tiene una larga historia –era el centro y la referencia indispensable para la vida de un barrio” –dice Leonardo Busquet, coordinador cultural de los cuatro bares notables.
Sin embargo, las últimas décadas en Buenos Aires presenciaron una tendencia a la transformación del tradicional bar de barrio en la confitería moderna tipo pizza-café, con televisores y plantas artificiales, o más recientemente en artefactos culturales rediseñados (y cotizados) para un público extranjero, cual el Café de los Angelitos.
El arquitecto Horacio Spinetto, autor del libro “Cafés de Buenos Aires”, dice que “Los cafés suelen ser verdaderos referentes barriales, forman parte del uso y las costumbres del pueblo porteño, son parte esencial de su historia cotidiana, son parte ineludible del paisaje urbano, de la poesía y de la literatura. El patrimonio cultural tangible e intangible está aquí presente desde siempre y todos los días”.
Ahora con el impulso de Busquet y Baires Popular, La Poesía está gestionando una nueva movida cultural, en una nueva época. Desde un taller de la palabra dictado los viernes por Ana Silvia Mazia y música de piano en vivo los martes, hasta una entrega de premios: “Los Notables” a personas como Horacio Ferrer, Juan Carlos Gené, Ana María Estekelman, y el arquitecto Peña.
San Telmo podrá ser más turístico y menos bohemio que en los 80, pero sigue siendo un referente de la cultura e historia porteñas cuya diversa población se muestra apreciativa del proyecto de Durán y Carro.
“Tenemos una buena concurrencia de porteños y de extranjeros, pero no apostamos a trabajar sólo con el turista”, explica Busquet. “Le abrimos la puerta, es maravilloso que venga, pero no descuidamos a nuestros clientes locales y establecemos una buena relación entre precio y calidad de producto para proteger el bolsillo del lugareño”.
Crear un espacio donde lo comercial, lo cultural y lo social se conjugan no es fácil, pero cuando se logra, se puede vislumbrar una posible solución a la compleja cuestión de preservar el patrimonio y el estilo de vida tradicional de San Telmo sin descartar la posibilidad de construir una estable economía local.
De hecho, es reconfortante saber que uno puede ir hasta el café de la esquina no más para sentir ese matiz de historia colectiva y costumbre cotidiana donde la verdadera cultura del barrio se conserva y se construye.
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Texto y nota tomados del periódico: “El sol de San Telmo” (agosto de 2009).
Imagen: Interior del Café “La Poesía”.