Buenos Aires tiene todo tipo de símbolos que nos hablan de cómo fueron y son sus hombres, de sus virtudes y defectos, lo que demuestra que nada es nuevo aunque cada vez aparezca con particularidades del momento.
La inmediata y a veces abrumadora información con la que se cuenta actualmente y lo poco que se conoce en detalle del pasado, oculto por el manto de polvo que va incrementándose sobre él, contribuye a sostener la creencia sobre que de esto o aquello no hay antecedente. Pero no es así.
Voy a traer un ejemplo vinculado a la ingratitud que suele manifestarse desde los poderes públicos de manera constante, a veces demasiado bien evidenciada pero, aun cuando así no ocurra, fácilmente hallable.
Como cualquier otro habitante, en mis idas y venidas, transité tantas veces alrededor de la conocida Pirámide de Mayo hasta que, en una oportunidad, me acerqué a ella llamado por saber la razón de la única placa ubicada en una de sus caras. Se trata de una lámina de bronce de 85 centímetros de largo por 57 de alto, donde se lee: Felipe Pereyra de Lucena - Manuel Artigas. Entonces me pregunté por qué y cuándo fue colocada.
Primero procuré consultar la bibliografía vinculada al tema. Así pude saber que tal homenaje fue dispuesto por la Junta Provisional Gubernativa, el 31 de julio de 1811, en un decreto relativo a la acción de Juraycorogua y para los dos primeros oficiales caídos en acción de guerra por la independencia durante ese año: Manuel Antonio Artigas el 25 de abril, al atacar la Plaza en el sitio de San José, y Felipe Pereyra de Lucena el 20 de junio, en Juraycoragua....que los nombres de los valerosos D. Felipe Pereyra de Lucena y D. Miguel Artigas, muerto anteriormente en la acción de San José en la Banda Oriental de este Río se inscriban en la columna del 25 de Mayo.Aclarado el por qué, para saber cuándo se efectuó la tarea fue necesario recurrir a documentación, édita e inédita, aunque di en el blanco gracias a un catálogo de medallas.
Durante esta investigación vi como transcurrieron no ya los años sino las décadas sin que la placa fuera colocada, en tanto se acumulaban reclamos por el incumplimiento de un homenaje que amenazaba quedar en la intención.
Domingo Faustino Sarmiento, en una carta del 7 de noviembre de 1883 al Presidente del Consejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires, se refirió a este reconocimiento postergado expresando que se los negó una generación olvidadiza.Por último, ochenta años después del decreto de la Junta Provisional Gubernativa, en 1891, una comisión de vecinos —sin duda por vergüenza ajena— asumió la tarea como de su responsabilidad y realizó una colecta pública, solicitando el aporte de 50 centavos por persona. Con lo reunido se efectuó el trabajo y así, finalmente, el 24 de mayo de 1891, la placa fue colocada.
Pero sobró dinero como para acuñar y repartir 2.000 medallas conmemorativas y un folleto con antecedentes de los dos primeros oficiales muertos en servicio, allá lejos, en 1811.
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Basamento de la pirámide de Mayo y placa recordativa (Ilustración tomada de: diasdehistoria.com.ar).